Luego de la caída del gobierno del General Perón en 1955 fueron muchos los artistas prohibidos simplemente por estar identificados con el peronismo, Tita Merello no fue la excepción, pero al no tener pruebas suficientes de la vinculación de la Merello con el gobierno depuesto, le inventaron una causa por supuesto contrabando de té, no se pudo comprobar su culpabilidad ni su inocencia, pero de todas maneras tuvo que exiliarse en México, donde no le fue bien y retornó al país donde solo le permitían actuar en carpas instaladas en parques de diversiones de poca monta, donde compartía escenario y penas con el también prohibido Hugo del Carril, con quién trabó amistad para siempre.
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